Alguna vez el gran escritor y periodista Eduardo Galeano dijo: “Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, pueden cambiar el mundo”.
Afortunados testigos de lo dicho, recientemente descubrimos cómo las palabras se transformaron en acciones, las acciones en hechos, y los hechos en felicidad compartida.
Días atrás visitamos una escuela rural ubicada en el paraje La Cortadera, en las Sierras de Córdoba. Allí conocimos la historia y realidad de muchos chicos entre 3 y 11 años quienes viajan en burro aproximadamente 45 minutos todos los días para poder asistir a clases. Su corazón fue tan grande y generoso que recordaremos por siempre la hermosa jornada que compartimos entre charlas, juegos y aprendizajes.
Cuando el acto de dar y recibir es puro, el circuito de la vida se renueva y siempre llega a todos y cada uno de los protagonistas. Así, la vocación solidaria de mucha gente que nos ayuda y acompaña se hizo manifiesto y logramos de alguna manera devolverle a los chicos todo el cariño y afecto que recibimos.
Esta vez nos tocó el rol de anfitriones en nuestra querida Ciudad de Córdoba, y pudimos recibir a los chicos del paraje La Cortadera. Recorrieron la ciudad, visitaron el zoológico y hasta comieron su “cajita feliz”.
Una de las nenas nos confesó “Esto es un sueño para mi porque yo solamente lo veía a esto por la tele…”
Gracias, gracias y más gracias a todos aquellos quienes nos acompañaron e hicieron realidad el sueño de muchos chicos, por poder sortear por un momento la vertiginosa rutina y regalar destellos de risas, sonrisas e inmensa alegría.